Historias de terror

RELATO GANADOR 2017

                                            El columpio y la luna

La verdad, no me gusta cambiar tanto de casa. Cada año un nuevo colegio, unos nuevos compañeros, nuevos vecinos, nunca me da tiempo de hacer amigos, nunca llego a conocer a nadie tanto  tiempo como para ser su mejor amiga.
Este pueblo no es muy grande, y está un poco alejado del trabajo de papá, pero como dice mi madre estaremos poco tiempo y el alquiler tiene que ser barato. La casa es bonita, con  grandes ventanas que dan al jardín, y lo que más me gusta de todo está ahí. Hay un árbol enorme, y en una de sus ramas cuelga un viejo columpio.
Ya llevamos aquí 4 días, y aún no conozco a nadie, bueno sólo a la vecina de una casa cercana, una anciana un poco extraña, que no le agradó mucho que mi madre, mi hermana y yo fuéramos a presentarnos. Creo que no le gustó mucho saber que hemos alquilado la casa del roble.
Las clases no empiezan hasta la próxima semana, así que estoy un poco aburrida, ayudando a mi madre a cuidar de mi hermana pequeña y a volver a colocar, de nuevo, todas nuestras cosas en la nueva casa.
Me he cogido la habitación de la esquina, en la parte alta,  es la que tiene la ventana más grande, desde ella puedo ver todo el jardín, y el camino hasta la carretera.
La noche esta fría, hay una gran luna llena que se deja ver entre las nubes, ya estoy en la cama, cuando de repente escucho un ruido extraño, una voz dulce pero al mismo tiempo un poco tenebrosa, y unos crujidos como si alguien pisase hojas secas, me asomo  por la ventana, me quedo detrás de las cortinas y allí abajo en el jardín, veo a una mujer joven columpiando a una niña pequeña en el columpio. No consigo ver la cara de la niña, solo veo que lleva un vestido largo de un color celeste  muy claro y un lazo del mismo color en el pelo, y que se agarra al columpio mientras que la mujer le  canta….
“colúmpiame un poquito más, que quiero subir y al cielo llegar, colúmpiame un poquito más que quiero subir la luna tocar ’’
La joven sigue cantando, pero su voz cada vez suena más rara, no para de columpiar a la niña, una y otra vez, cada vez más fuerte y más fuerte y más rápido, hasta que deja caer a la niña al suelo, y todo queda en silencio.
Bajo corriendo las escaleras para avisar a mi madre, pero no la encuentro, no hay nadie en la casa, ni siquiera mi hermana pequeña está en su cama. Salgo rápido al jardín…. Y no hay nadie, todo está desierto y en completo silencio.
Entro de nuevo en casa, asustada y sigo llamando a mi madre pero no la encuentro, y me voy corriendo a encerrarme en mi habitación y me meto en la cama, me tapo con la manta, como si fuera un escudo que me protegiese, pero sigo asustada, y de nuevo empiezo a escuchar el canto de esa mujer, y me bajo de la cama agachada, me asomo a la ventana y de nuevo están ahí, ahora la niña tiene todo el vestido sucio y sangre en las manos y en la cara y una gran herida en la cabeza, y cuando me asomo, la niña mira hacia mí y me sonríe, pero su sonrisa me da miedo, sus ojos están vacíos, negros, y de nuevo salgo corriendo a la cama.
Hoy el día amaneció muy soleado, hace frio, pero el sol calienta. Todo fue una pesadilla, todo está como siempre, la pequeña en la cama, y mi madre preparando algo en la cocina, menos mal que todo fue un sueño.
Mamá necesita ir  al mercado para comprar algunas cosas, como la pequeña duerme, yo me quedaré con ella mientras hace  los recados. Mamá ha avisado a nuestra vecina, para que nos acompañe un rato mientras ella no está.
Hoy ya empecé en el colegio, las niñas son muy simpáticas conmigo, en el recreo todas me han rodeado para preguntarme cosas, en qué lugares he  vivido, si tengo hermanos, cuanto tiempo me voy a quedar, la verdad han sido muy buenas conmigo. Pero cuando les dije donde vivía, todas se quedaron un poco sorprendidas, y me contaron una leyenda sobre la casa. Hace mucho, mucho tiempo vivía una familia que tenía dos hijas, eran muy felices, pero un día  la hija pequeña desapareció, los padres no pararon de buscarla, pero jamás la encontraron. A mis amigas les contaron sus abuelas que alguien mató a la niña, y conjuró a la luna, para robarle su juventud y así permanecer por más tiempo joven. Pero solo era una leyenda.
Ya llevaba casi un mes en la nueva casa, hoy de nuevo hay luna llena, me fui a la cama temprano, pero no tenía mucho sueño y me puse a leer un rato y de repente un escalofrío recorrió mi cuerpo, los pelos se me pusieron de punta, de nuevo sonaba esa canción, y aún estaba despierta…..
“Colúmpiame un poquito más, que quiero subir y al cielo llegar, colúmpiame un poquito más que quiero subir la luna tocar’’
Me asomé rápidamente a la ventana, pero hoy no era una joven quien cantaba, si no una niña, y la niña que estaba en el columpio era mi hermana pequeña.
 

 Marina Fernández de 3ºA

 

Relatos ganadores de 2015

Los seres humanos, niños, adultos,…Tenemos miedo de algo, o de muchas cosas: de la oscuridad, de las cucarachas, de las tormentas, de todos los muertos, de algunos vivos, cementerios, zombis, fantasmas, vampiros, de uno mismo,…
Pero nos gusta pasar miedo. No demasiado, pero sí un poco. Y yo hice mi propia historia de miedo que se titula:
¡ATRAPADO!
Era el último día de clase antes de Navidad. Me dirigía hacia el instituto, estaba nervioso y tenía un poco de miedo porque se rumoreaba que alguien me quería pegar, aunque yo no entendía el por qué. Iba todo bien hasta que en el recreo  me dijeron que unos niños me iban a esperar a la salida. Supuse que era para pelear, así que me escondí en el baño. Escuchaba pasos acercándose con velocidad y abrieron la puerta de los servicios. Se agacharon para ver si por debajo se veían mis zapatos, así que averiguaron que estaba allí. Cerraron la puerta del baño con la intención de que no saliera. Sonó el timbre de salida y todos se marcharon. Cuando los niños se fueron, empecé a gritar pidiendo auxilio, pero por desgracia nadie me contestaba. Mis padres estaban muy preocupados porque no volví a casa. Me buscaron por todos sitios menos por el instituto, además, como era Navidad, dieron las vacaciones y no había nadie. Lo único que podía hacer era quedarme sentado y esperar que viniesen a ayudarme.
Pasé mucho tiempo con los ojos cerrados, tenía hambre, sed, ganas de estar de vuelta en mi casa, pero no podía salir, lo había intentado todo. Mientras agonizaba, escuchaba ruidos de personas buscándome y a partir de ahí, no me acuerdo de nada más. Cuando desperté, me vi tirado en el suelo, con gente llorando a mi alrededor, y pensaba; ¡por fin me han encontrado! Pero, qué extraño, les estaba hablando y gritando pero ellos no me escuchaban y creo que tampoco me veían, sin embargo yo a ellos sí. Me fijé en el espejo, los veía a ellos pero no a mi reflejo.
¿Qué estaba pasando?, no entendía nada. Después de un tiempo lo supe y escribí esta carta.
 ¿Sabes lo que me pasó?, y si es así, ¿cómo escribí esta carta?

Ismael García, 2ºD

 

Historias premiadas de 2014

SEGUÍ CAMINANDO
  
Seguí caminando. Sentía miedo pero estaba tranquilo. Esa tranquilidad después de lo ocurrido me hacía sentir más miedo. No lo podía creer, otra vez no. Lo había vuelto a intentar y esta vez lo había conseguido. Yo había huido. Mi padre, mi propio padre, otra vez no, pero sí, y esta vez se había quitado la vida Y no solo eso, mi madre y seguramente mi hermano habían sido víctimas de su locura. Mi hermano, pequeño y alegre. Ojalá hubiera sobrevivido. Siempre estaba conmigo cuando le pedía ayuda. Sabía que pedirle algo a mis padres no servía para nada, nunca estaban en casa, nunca estaban conmigo. Tampoco yo me preocupaba por estar con ellos. Rara vez me importó algo más que lo que había detrás de la puerta de mi cuarto. En ese momento de mis pensamientos empecé a notar que  me miraban, como si hablasen y llorasen a mi alrededor. Levanté la cabeza y, para mi sorpresa, allí no había nadie. La calle estaba desierta. Algunas farolas parpadeaban, como en aquella película de terror que había visto hacía una semana. El suelo estaba mojado. Había llovido unas horas antes. Me gusta la lluvia. Me solían pasar cosas sorprendentes cuando llovía. Por ejemplo, cuando gané mi primer partido de baloncesto. O cuando la conocí a ella, saliendo yo del instituto, sin paraguas y lloviendo. Ella estaba en la acera de enfrente. Recuerdo perfectamente que llevaba unas botas negras y una sudadera verde agua. Recuerdo que se me acercó y me ofreció compartir el paraguas. Fue entonces cuando me di cuenta de que el color de sus ojos hacía juego con el de su sudadera, con la diferencia de que sus ojos te atrapaban. Por no hablar de su sonrisa... Ocurrió el mismo día que mi padre intentó suicidarse. No volví a jugar al baloncesto y mucho menos a ver a aquella chica.
Quizás sería buena idea regresar a casa a buscar a mi hermano. Puede que siga bien. No pierdo nada por intentarlo. Volviendo a casa seguía escuchando las voces pero no me importaban lo más mínimo y seguía muy tranquilo. Llegué a la plaza que había frente a mi casa. Dejé de estar tranquilo, un escalofrío recorrió mi cuerpo. No podía ser, yo estaba allí, me estaba viendo a mi mismo. Sabía que era yo porque llevaba mis gafas de pasta negra y mi pelo castaño rizado. Me acerqué. Acababa de averiguar qué eran esas voces: mi familia, desconocidos, médicos... me rodeaban y algunos lloraban, el resto sólo hablaba. Miré hacia arriba y vi mi balcón. Lo primero que se me pasó por la cabeza fueron las muchas veces que había pensado tirarme. No podía ser que esta vez lo hubiera hecho. Me giré a cámara lenta. Esta vez sí estaba asustado. Vi a mi madre hablando con un hombre. Este le decía que si no hubiera sido hoy habría sido mañana, que estaba demasiado enfermo como para recuperarme. No entendía nada, pero este hombre decía que siempre habría vivido en mi propia realidad.
Elena Rueda Flores, 2ºC
Historia ganadora del concurso de 2013

Un niño llegó nuevo a un instituto de Carmona llamado “ Manuel Losada Villasante ”. El niño se llamaba Juan. Al entrar ya vio que el instituto era algo raro, era oscuro y hacía mucho frío. Se dio la vuelta y puff, se cerró la puerta, intentó abrirla pero parecía atrancada. Fue a la Conserjería pero no había nadie, solo había una llave ensangrentada, cogió la llave que ponía ( Biblioteca ) Juan se dirigió hacia ella pero al meter la llave se dio cuenta de que la puerta estaba abierta. Al entrar vio muchos libros pero no vio ningún suceso paranormal, se dirigió hacia la otra parte de la biblioteca donde se encontraba el aula de música. De repente, una voz le dijo al oido: "¡ FUERA! ¡ FUERA !", Juan salió corriendo de allí y escuchó un trueno, entonces aparecieron alumnos muertos a sus pies. Gritó y gritó pero nadie venía, un alumno muerto le dijo: "quédate te cuidaremos bien", a la vez que su cabeza daba vueltas y vueltas. Juan salió corriendo y llegó a la cafetería del centro. Al entrar vio a dos mujeres quemadas con las plancha que le dijeron : "¿Quieres algo chico?". La mujer le enseñó una rata podrida y se la tiró fuertemente a la cara. El niño salió corriendo y la mujer le dijo: "chico, chico, que son 60 céntimos".

El niño se encerró en el servicio y se sentó en el váter y empezó a llorar, quería salir de allí pero no podía, el corazón se le iba a salir del pecho. 
 
Juan tenía que ser fuerte y corrió hasta algún lugar seguro, por el camino él no se podía imaginar qué había pasado, ¿ Cómo podía haber pasado aquello? tenía que descubrir que ocurría, no podían seguir yendo niños a ese maldito instituto, vio una puerta bajo el suelo, era el sotano, al bajar, encendío la luz, pero se apagó. Intentó salir para coger una vela pero la puerta estaba atrancada, y una voz le dijo: "Tranquilo no te haré nada, solo te descuartizaré y te comeré cachito a cachito". Juan tenía mucho miedo y con toda su alma le pegó un gran empujón a la puerta y salió de aquel maldito sotano. Fue listo y fue a la sala de Tecnología donde tendrían sierras conlas que defenderse, cogío un hacha y una sierra y fue matando a todas las personas que encontraba sin piedad y con toda su fuerza.

Mató a todo el mundo, cuando de repente el director que estaba fumándose un cigarro en la puerta al encontrar a todo el mundo muerto le dijo: "¿ Pero, qué has hecho ? Hoy es hallowen y te ibamos a dar una sorpresa". 

Juan se había vuelto loco y al matar a una persona le había gustado tanto que siguió matando a todo el mundo que se encontraba... Al darse cuenta de lo que había hecho, se suicidó.

 Treinta años más tarde se construyó el nuevo Manuel Losada Villasante y dicen que su espíritu sigue vagando por el colegio con otro nombre en forma de niño rubio, bajito de ojos marrones y sigue teniendo los mismos instintos asesinos...

Fernando González

 

Continuamos celebrando el Mes del Terror en la Biblioteca, durante el recreo del viernes algunos alumnos han leído poemas terroríficos que ellos mismos han compuesto


Pilar, Raúl y Juan Fco.

 

Con motivo de la celebración del mes de terror en la Biblioteca, algunos alumnos de 1º C han grabado relatos extraídos de los libros "Historias de miedo" y "Ajuar funerario", pincha en el siguiente enlace para escucharlos:




Juan Jiménez de 1ºC nos ha mandado la historia de terror que inventó para realizar la actividad de expresión oral en la clase de Lengua, aquí la tenéis:

En la antigüedad, se decía que las noches de invierno de luna llena, todos los lobos se convertían en hombres lobos. Eran criaturas extrañas, tenían tamaño humano pero tenían tanto pelo como los lobos. Sus caras eran muy raras en las que se podía contemplar un pequeño hocico negro y unos grandes ojos verdes, con mucho pelo alrededor.

Estos bajaban a los pueblos para conseguir comida y si pillaban a alguien por medio se lo llevaban a las altas montañas, en concreto la “Colina del Diablo” donde ningún humano había llegado nunca. Allí ya era hombre muerto.

Mucha gente decía que había visto esas horribles criaturas pero había alguien que nunca había visto algo parecido y por tanto no creía en tales seres. Esa persona era el pequeño Nico.

Un día, Nico decidió intentar subir a la Colina del Diablo. Nadie le apoyó para que subiera, aunque varias personas lo seguían desde lejos.

Cuentan que allí había una cueva con varios cuerpos humanos vivos y otros ya devorados por los lobos. No había ningún lobo ya que todos estaban en el pueblo.

De repente de detrás de él salió un lobo y ya no se sabía nada más ya que los otros individuos que contemplaban la escena huyeron del lugar.

Al día siguiente, volvieron al lugar de los hechos y dicen que en aquella cueva solo había varios lobos muertos y no se contemplaba ninguna prueba de vida humana o restos.

Cuando pasaron varios días, rodando por la ladera de la colina, caía el cuerpo del pequeño Nico, que tenía una navaja clavada en el costado izquierdo y en la espalda tenía escrito con sangre: <<Si no queréis morir, no subáis a la colina del diablo>>.





Si os ha gustado la historia de Juan, a continuación podréis leer la que ha escrito Antonio José Suárez, de 1ºC.

Miedo en el Inframundo


Un día Raúl, Fernando e Isabel estaban paseando y charlando tranquilamente, cuando de repente apareció del cielo una gema morada. Fernando se asustó tanto que gritó de miedo.

-Solo es un cristal- Le dijo Raúl.
-Ya, pero no me lo esperaba-Replicó Fernando.

Los tres se acercaron al cristal y vieron que tenía un símbolo bastante raro, parecido a un ojo. 

Entonces el cristal se movió, les golpeó y los absorbió. Más tarde, aparecieron montados en una especie de ballena gigante que volaba. La ballena voladora los tiró en el suelo junto a una boca que les dijo:

-Bienvenidos al Inframundo, moriréis antes de lo que creéis-

La boca los persiguió dando bocados al aire hasta que los chicos se escondieron en un castillo. Al ver el castillo desde el interior vieron que no era un castillo normal, de las paredes se escuchaban gritos, por el suelo corría sangre y del techo caían trozos de piel que antes de caer al suelo ardían.

-Vamos de mal en peor- Les dijo Isabel con la respiración agitada por correr.
-¿Y ahora qué hacemos?- Preguntó Raúl.
-Em... ¿continuar?-Le contestó Isabel.
-Tal vez tenga una puerta trasera- Comentó Fernando.

Los chicos empezaron a andar hasta llegar a una habitación bonita, iluminada y silenciosa. Dentro había una caja, una pecera con un solo pez y una puerta al final. Raúl fue a comprobar si la puerta estaba abierta, pero no lo estaba.

-La llave está en la caja- Burbujeó el pez.
-Ya lo has oído, abre la caja- Le dijo Fernando a Raúl.

Raúl y Fernando empezaron a discutir hasta que vieron que Isabel se acercó a la caja. Ella la abrió y allí estaba la llave. Al momento el pez saltó y al salir del agua se transformó en una enorme serpiente de dos cabezas ante los ojos incrédulos de los tres amigos. Isabel se apresuró a abrir la puerta y los chavales salieron de allí para entrar en un corredor parecido a una cueva. Ellos empezaron a andar unidos, siempre alerta. Vieron un pequeño destello, pero al mirar detenidamente vieron que eran otros monstruos: dos manos unidas entre sí que tenían un solo ojo.

Los tres corrieron despavoridos hacia un pequeño pasadizo que daba a lo que parecía el salón central del castillo. Allí les esperaba una especie de esqueleto enorme con una guadaña de cuya capa salían fantasmas y de su cabeza saltaban chispas que el castillo absorbía para mantenerse con vida.

-¿Qué hacéis aquí?- Dijo aquel ser.
-Nos hemos perdido- Le contestó Raúl.
-¡Esa no es excusa!- Dijo aquel monstruo, abriendo la boca y absorbiéndolos.

Los tres salieron despedidos de la tierra a través de un agujero frente a unos columpios cercanos a sus casas. Los columpios se balancearon solos para recogerlos en el aire, aunque ya no hacían el típico chirrido, sino la risa de aquel endemoniado ser que habían escuchado mientras entraban por sus fauces. Aquel sonido sería un pequeño recuerdo que siempre les atormentaría de aquel horrendo mundo.



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